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Para alguien que no está familiarizado con los sistemas legales para proteger las patentes en todo el mundo, decir que el sistema estadounidense está en riesgo puede parecer una locura, pero pienso que es muy cierto que los mecanismos de estímulo y protección de que ha gozado el país tradicionalmente se hallan en un callejón estrecho y peligroso para el futuro de la innovación vinculada a pequeñas empresas innovadoras como, en su tiempo, fueron Microsoft, Apple o Facebook.
Un periodista de Financial Times apuntaba hace poco sobre el hecho que el sistema de patentes estadounidense estaba viviendo un momento en el que “inversionistas, empresarios, académicos, cabilderos y abogados estadounidenses piensan que el sistema ha tomado una dirección totalmente equivocada”. Vaya por delante que quien escribía este artículo era Rana Foroohar y hacía una afirmación es uno de sus muchos artículos sobre este tema, que podéis encontrar aquí (enlace aquí: ) tremendamente interesante y que os recomiendo seguir.
Durante los últimos años hemos leído y escrito sobre la guerra de patentes entre las compañías de telefonía móvil; también nos estamos encontrando muy frecuentemente que empresas de primer nivel tecnológico (como Amazon, Google o Facebook) compran otras empresas por sus innovaciones y patentes; y todo ello se está dando en un contexto extremadamente volátil, focalizado en el sistema de patentes de Estados Unidos.
La morfología actual de este sistema se sustenta en la evolución que ha experimentado a los largo de los últimos años y que arranca en la crisis de la burbuja de las puntocom y se fundamenta en el gran peso que las compañías tecnológicas de hoy que viven la aceleración del mercado de novedades de hardware+software (la innovación ya la frenética introducción de nuevos modelos de telefonía móvil cada año es el gran ejemplo).
Financial Times explica de forma muy clara la historia de cómo se ha llegado a este punto:
"A principios de los años 2000, cuando estalló la burbuja puntocom, muchas empresas se quedaron sin nada de valor excepto sus patentes, que fueron entonces compradas por empresas financieras o mayores entidades tecnológicas que trataron de exprimirles alguna ganancia. A la misma vez, el ecosistema de proveedores de software que abastecía los florecientes mercados del Internet comercial y de los teléfonos celulares comenzó a ensancharse.
»La mayoría de esas empresas tenían tecnologías e ideas legítimas que proteger. Pero otras — apodadas “trols de patentes” — estaban jugando con el arbitraje legal, registrando todas las patentes posibles para que las empresas mayores llegaran a un acuerdo financiero con ellas por el uso de la tecnología. Cuando el presidente Barack Obama asumió el cargo en el 2009, la narrativa del trol de patentes había llegado a un frenesí. Era una historia apoyada por los negocios más grandes de la tecnología, como HP, Cisco, Apple y más recientemente Google y Facebook. El iPhone, por ejemplo, incorpora tecnologías que abarcan miles de patentes.
»Google y Facebook dependen del insumo barato o gratis — desde software a datos — para seguir acuñando dinero. Así que no es de extrañar que insistieran en una significante revisión del sistema estadounidense de patentes, la primera en 30 años, que llegó a su punto culminante en 2011 con la aprobación de la Ley de invenciones de EUA.
»Esta legislación de la era de Obama creó un nuevo cuerpo de adjudicación fuera de las cortes, el Tribunal de Juicio de Patentes y Jurado de Patentes (PTAB, por sus siglas en inglés). El entonces director de la Oficina de Patentes y Marcas de EUA (USPTO, por sus siglas en inglés), David Kappos, había ayudado a moldear las reglas de tal modo que el director de la oficina de patentes tuviera enorme libertad en las decisiones.
»La idea era ahorrar tiempo y dinero con un proceso fuera de las cortes, y en realidad, las demandas de patentes pasaron de tomarse tres años y US$2 millones para llegar a un acuerdo a realizarse por US$200,000 en 18 meses."
Ahora nos encontramos con un reciente nombramiento en la Administración Trump que es altamente significativo: se ha elegido a Andrei Iancu como subsecretario de comercio para la Commerce for Intellectual Property y director de la United States Patent and Trademark Office (USPTO). Se trata del máximo responsable del sistema de patentes estadounidense.
¿En qué contexto llega este nombramiento? Arriba en un momento en el que las grandes empresas tecnológicas, las que imperan mundialmente, se han esforzado por aumentar y proteger su propiedad intelectual a costa de las pequeñas, con un claro enfoque a hacerse más fuertes, pero también a monetizar la innovación. Esta orientación la monetización explica buena parte de las guerras de patentes vividas y, sectores como la biotecnología están viendo como los inversores se están retirando.
La necesidad a la que debe hacer frente ahora el nuevo subsecretario de comercio para la Commerce for Intellectual Property y director de la United States Patent and Trademark Office (USPTO), nombrado en agosto pasado, es enorme, pues de los cambios que se hagan ahora dependerá que no se produzca una fuga de inversores primero y cerebros después hacia otros países en los que unos y otros sientan que existe un marco normativo más fiable.
De hecho, parece ser que los inversores empiezan a valorar mover su dinero de EE.UU. y trasladarlo a Europa y Asia.